Abrir el fuego, animarnos a debatir, a compartir y también a disentir. Permitirnos soñar, pero también tener los pies sobre la tierra. Eso fue lo que pudimos hacer esta mañana.
Mis preocupaciones frecuentes: la cultura popular, la masiva, la “contra cultura”, las sub culturas o mejor dicho las culturas alternativas, en definitiva: las que crecen, florecen y quizás mueren en los márgenes.
Sin embargo siempre disentí con la idea de “contra cultura”. Si decimos que cultura son las formas que el ser humano tiene para sobrevivir, cambiar y manifestarse en el mundo en el que vive, todo sería cultura. Bajo ese concepto, no hay nada que esté en contra como para llamarlo “contra cultura”.... en todo caso la denominación correcta sería: contra cultura hegemónica, aunque yo prefiero llamarla: culturas alternativas.
Para seguir en la línea del debate, también me parece incorrecta la denominación: “sub cultura”, ya que pone ante todo la cantidad sobre la que influye ese movimiento, etiquetándola de minoritaria, como si eso fuera lo único que la diferencia del resto de los movimientos culturales.
Bajo este panorama, sólo estamos seguros de las dudas que se nos generan, y no tenemos respuestas certeras sobre cómo denominar a eso que en definitiva nos permite soñar, amar, sufrir, resistir, VIVIR.
Y es que la cultura es tan viva, que se nos escurre de las denominaciones, se nos hace imposible teorizarla con certezas, sin caer en tiranías.
Por eso el deber de los comunicadores es oficiar de red entre ese ser vivo que se gesta y crece, y la sociedad que lo necesita de alimento.
Mis preocupaciones frecuentes: la cultura popular, la masiva, la “contra cultura”, las sub culturas o mejor dicho las culturas alternativas, en definitiva: las que crecen, florecen y quizás mueren en los márgenes.
Sin embargo siempre disentí con la idea de “contra cultura”. Si decimos que cultura son las formas que el ser humano tiene para sobrevivir, cambiar y manifestarse en el mundo en el que vive, todo sería cultura. Bajo ese concepto, no hay nada que esté en contra como para llamarlo “contra cultura”.... en todo caso la denominación correcta sería: contra cultura hegemónica, aunque yo prefiero llamarla: culturas alternativas.
Para seguir en la línea del debate, también me parece incorrecta la denominación: “sub cultura”, ya que pone ante todo la cantidad sobre la que influye ese movimiento, etiquetándola de minoritaria, como si eso fuera lo único que la diferencia del resto de los movimientos culturales.
Bajo este panorama, sólo estamos seguros de las dudas que se nos generan, y no tenemos respuestas certeras sobre cómo denominar a eso que en definitiva nos permite soñar, amar, sufrir, resistir, VIVIR.
Y es que la cultura es tan viva, que se nos escurre de las denominaciones, se nos hace imposible teorizarla con certezas, sin caer en tiranías.
Por eso el deber de los comunicadores es oficiar de red entre ese ser vivo que se gesta y crece, y la sociedad que lo necesita de alimento.
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