martes, 13 de mayo de 2008

siempre que haya pasión

Lo culto, lo alto, lo bajo, lo under, lo legitimado, lo popular, lo masivo. ¿Cuánto de esto es la cultura?, si es que podemos medir y clasificarla. Y si la cultura fuera todo, entonces, ¿qué es el periodismo cultural? Quizás estuvimos todo este tiempo confundiendo a un género periodístico con una simple grilla de actividades artísticas, ocultando la inmensa fuerza de su carácter holístico. Esperemos no ser juzgados.
Preguntándome esto llegué a la Clínica Estados Alterados, y llegaron unas treinta personas más, y José Ribas, quien trataría en las siguientes tres horas de despejar alguna de estas dudas o, simplemente, de aportar su opinión, pues tal como se vivió en la pequeña sala del España Córdoba, el diálogo a veces puede generar muchos puntos de partida, y hasta de llegada.
Pasadas las diez, pasamos a los 70: de la mano de la historia de Ajoblanco, la revista que Ribas fundó en plena época franquista, con escasos recursos económicos - tal como contó en la primer parte del encuentro – pero que llegó a liberalizar las costumbres de la sociedad española. La búsqueda constante de los medios y de los espacios fue la clave para el surgimiento de la publicación, en años marcados por la presión del gobierno, pero en la que “había grupo”.
Debate, intercambio, osadía, generosidad, imaginación, humildad fueron algunos de los elementos nombrados, necesarios para generar, para llegar a algo y no quedarse en la simple presentación de un producto, en la estética por la estética. “Sin pasión no se puede ser periodista cultural”, afirmó Ribas, dejando de lado los títulos y las tradiciones, y poniendo en primer lugar el deseo y la experiencia de lo real, como aquello que da sentido a lo que hacemos o queremos hacer.
Sobre esto también giró la segunda parte de la Clínica, en la que se debatió además acerca de los medios masivos, el lugar que ocupa lo alternativo y la necesidad de renovarse. Renovación que “siempre surge del margen”, al contrario de otros espacios como los diarios, que en vez de innovar se constituyen como organismos de poder.
El cambio, según Ribas, debe partir de la cultura real, no ser una copia de movimientos o experiencias ajenas, ya que cada quien tiene sus mecanismos de emoción.
Llegando al final de la charla, el periodismo cultural parecía tomar una forma más clara, y hasta un fin: “Una revista cultural ha de pensar siempre en transformar la realidad”, dijo Ribas como quien dice algo de pura lógica, sin gestos excesivos ni cambio en el tono de voz. “Es reflexionar y crear nuevas sensibilidades, nuevas emociones – continuó- todo aquello que puede hacernos comprender el mundo en que vivimos”.
Menuda tarea para realizar, siempre que haya pasión.

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